Bebé de 18 a 24 meses
¿Qué cambios suceden en el bebé de los 18 a los 24 meses?
De los 18 y los 24 meses suceden muchas cosas en el cuerpo y la mente de los niños. Aparecen nuevas y complejas emociones, se inicia el juego simbólico o de imitación, un gran deseo de independencia, aprender nuevas palabras, andar mejor y un largo etc.
En esta etapa es importante que hables a tu hijo, le escuches con atención, trabajes con él actividades de la vida diaria y le des libertad para jugar.
Desarrollo de los sentimientos
Tu peque empieza a experimentar nuevas emociones como la ira, la frustración, la culpa, vergüenza, la posesividad(todo es suyo)y el entusiasmo.
Son emociones que no siempre son fáciles de entender y en consecuencia son difíciles de manejar. Es cuando empiezan las primeras rabietas.
Aunque las rabietas son solo una forma de expresar lo que sienten, porque no saben ni verbalizarlo ni procesarlo. También expresan emociones positivas, abrazando o besando. Tampoco las verbalizan pero sí saben canalizarlas de forma innata.
Tanto si sigues el método Montessori como si sigues cualquier otra filosofía de crianza respetuosa, es importante que trabajes las emociones a través de juegos y libros.
El Monstruo de Colores es uno de los clásicos para enseñar a los peques a gestionar y poner nombre a sus emociones (tanto las positivas como las negativas).
Trabajar las emociones es un proceso gratificante para padres e hijos que no solo aporta un beneficio a nivel psicológico y de relaciones, sino que como te he dicho, ayuda a los peques a ampliar su vocabulario con nuevas palabras.
Desarrollo de las habilidades cotidianas
En esta etapa verás que tu peque empieza a interesarse por todo lo que le rodea y quiere hacer lo mismo que ve que hacen los adultos. Desea participar en las tareas de casa y quiere hacerlo solo, a su manera.
Es un momento de vital importancia ya que en los métodos tradicionales de crianza lo que más oye un niño en esta época es la palabra «no», seguidas de advertencias de peligro como «no, que puedes cortarte» o «no, que puedes caerte».
Tu tarea como madre o padre es darle libertad y seguridad para que pueda experimentar y probar por el mismo las tareas de casa.
Para hacerlo, es imprescindible que adaptes el ambiente a sus necesidades. Por ejemplo, no esperes a que tu peque se suba a una silla para ver qué estás cocinando para decirle que no lo haga, que es peligrosa. Hazte con una torre de aprendizaje para que pueda hacerlo sin tu ayuda y de forma segura.
Prepara su habitación con muebles Montessori, cómprale ropa que sea fácil de poner y quitar. Si puede ser evita los botones, apuesta por zapatos con velcro en lugar de cordones y selecciona prendas que no sean demasiado estrechas o apretadas.
El baño es otro espacio que debe estar preparado al estilo Montessori. Aunque el control de esfínteres suele darse a partir de los dos años, hay peques que al año y medio ya estan listos para usar el baño solitos.
Desarrollo a través del juego
Aunque durante años se ha considerado el juego como una actividad sin importancia, algo que hacen todos los niños, lo cierto es que es a través de este que los peques desarrollan y afinan sus habilidades y capacidades innatas.
La calidad del juego en cualquier etapa del desarrollo es importante. Pero no todos los juegos aportan la calidad en cada etapa del desarrollo. Debes saber qué tipo de juegos es vital potenciar de los 18 a los 24 meses para que se adapten a las necesidades físicas e intelectuales de tu hijo.
En esta etapa tu peque empieza a imaginar y a crear a través de los juegos de imitación, también llamados juegos simbólicos.
El niño juega imitando lo que ve a su alrededor: juega con cocinitas de madera, usa cualquier objeto para «hacer ver» que habla por teléfono o pasea a las muñecas en un cochecito.
A medida que crece, el juego simbólico se torna más complejo e involucra a más personas (padres, hermanos, amigos, abuelos…).
Hay juguetes de 18 a 24 meses de distintos tipos, pero sin duda los que triunfan son los que permiten el juego simbólico y son desestructurados, es decir, que permiten al niño jugar sin reglas y sin límites, como los arcoíris Waldorf o Montessori.
Desarrollo del lenguaje
A partir de los 18 meses los balbuceos empiezan a convertirse en palabras sueltas que permiten a tu peque expresarse cada vez con más claridad.
Al año y medio un niño es capaz de decir «agua» para indicar que tiene sed y su cerebro se prepara para construir frases cortitas.
A partir de los 2 años ya es capaz de usar oraciones de 2 a 3 palabras, por ejemplo: «tengo sed» o «yo hago esto».
También verás que su tono adquiere matices y que haba más alto o más bajo según la situación en la que se encuentra o el énfasis que quiere poner a su discurso.
Se trata de uno de los periodos de mente absorbente de los que hablaba la Dra. María Montessori. Al año y medio el cerebro del niño es una esponja que cada día absorbe palabras y las va incorporando a su biblioteca mental.
Te darás cuenta que tu peque es capaz de nombrar y señalar objetos familiares, personas y partes del cuerpo. O incluso puede hacer sonidos de animales como «muuu» para referirse a una vaca o «guau guau» para referirse a un perro.
Esta ampliación del vocabulario y mejora del lenguaje hace que también mejore la comprensión. Los peques empiezan a reconocer su propio nombre y a desarrollar el concepto abstracto de posesión; seguramente te hartarás de oír «mío» o «esto mío». Y entienden oraciones e instrucciones simples como «Dame el zapato» o «Vamos a dar un paseo».
¿Cómo puedes favorecer el desarrollo del lenguaje?
Habla a tu hijo usando palabras sencillas pero sin caer en el error de tratarle como si fuera extraterrestre, hablando con un tono infantil o mencionando objetos o animales con nombres extraños.
Por ejemplo, si hay carne para comer no digas «hoy tienes chicha para comer», si vas por la calle y quieres mostrarle un pájaro no digas «mira en la rama del árbol hay un pío pío».
Recuerda que tu hijo es una persona en miniatura y debes tratarlo con el mismo respeto que tratarías a un adulto. Y que su cerebro necesita empaparse del mundo real, no de un mundo de fantasía con un vocabulario irreal.
Desarrollo de la psicomotricidad
A los 18 meses un niño ya anda y pronto empieza a correr. Sus capacidades psicomotrices aumentan día a día y en poco tiempo es capaz de subir y bajar escaleras, trepar muebles o andar marcha atrás.
Estas capacidades motrices le permiten jugar con una pelota (la chuta o la lanza), hacer garabatos con lápices o rotuladores o formar torres con bloques de construcción (otro de los juegos favoritos en esta franja de edad).
Durante este periodo tan activo como padre tienes que procurar que:
- El entorno de tu peque sea seguro mientras explora y descubre qué es capaz de hacer solito.
- Facilitarle juguetes que le permitan moverse y desarrollar su motricidad.
Los método Pikler es ideal para saber qué hacer con la energía desbordante de los peques y los triángulos Pikler o las tablas curvas se convierten en grandes aliados a la hora de que quemen esa pasión por moverse y trepar con total seguridad.
Es fácil que veas a tu peque intentando barrer el suelo (si le compras una escoba a su medida te lo agradecerá), sentarse en una silla (las sillas cubo son las mejores), cargar objetos más grandes que ellos o usar una mano más que otras (descubrirás si tu peque es diestro o zurdo).
La crianza de tu peque de los 18 a los 24 meses
Ser padre no significa que lo sepamos hacer todo perfecto, ni mucho menos. Porque tener hijos es un proceso de aprendizaje continuo.
En ocasiones es normal sentirse frustrado, molesto o abrumado. Aunque la mayoría de esas veces es porque no entendemos qué está pasando ni cómo debemos actuar.
Entender cómo crece nuestro peque puede ayudarnos a llevar la crianza con más seguridad y alegría. Pero sobre todo, a hacer lo correcto para que nuestro hijo pueda desarrollarse y desplegar al máximo su potencialidad innata.
Aquí hay algunas acciones simples que puedes hacer para ayudar al desarrollo de tu retoño entre los 18 y los 24 meses.
Observación
Hay que estar siempre con un ojo encima de los niños por seguridad. Pero observar lo que hacen tiene otras ventajas.
Estar pendiente de tu hijo cuando explora y descubre el entorno a través del juego le da confianza para probar nuevas experiencias y explorar sus límites.
Y a la larga, lo convierte en un niño seguro de sí mismo e independiente.
Relaciones
Las relaciones sociales son vitales en cualquier etapa de nuestra vida y empiezan a cobrar relevancia en esta etapa.
A partir de los 18 meses tu peque necesita interaccionar con otros niños durante el juego. Eso le ayudará a desarrollar la empatía y a entender las emociones ajenas.
En este periodo donde todo es «mío» un niño debe descubrir la importancia de compartir y de seguir ciertas pautas sociales.
El juego compartido es una oportunidad excelente para brindarle nuevos retos.
Vida diaria
Fomenta las habilidades de la vida diaria. Deja que tu peque las lleve a cabo por su cuenta.
Prepara el ambiente para que pueda hacerlo de forma segura y a poder ser, sin la ayuda de un adulto. Por ejemplo, si quiere beber agua, estaría bien que tuviera los vasos y agua a su alcance para no tener que pedirla.
Llevar a cabo las actividades por su cuenta es un subidón de autoestima, una oportunidad para desarrollar su psicomotricidad fina y una prueba para poner en marcha su capacidad de pensamiento lógico.
Lenguaje y conversación
Habla con tu peque del mundo que le rodea. Puedes comentarle el tiempo que hace, mencionarle el nombre de objetos cotidianos para que amplíe vocabulario y señalar partes del cuerpo para que las identifique.
Recuerda que en esta etapa el desarrollo del lenguaje está en pleno esplendor y hay que potenciarlo. Es hora de empezar a introducir conceptos abstractos, por ejemplo, dile que te pase la escoba que está «lejos». O que te de el vaso que está «cerca».
A veces los padres, sin darse cuenta, evitan las conversaciones porque la fluidez verbal del niño no da pie a mantener un dialogo fluido.
Imagina que tu peque te dice «perro pasea». Si no entiendes qué te quiere comunicar, reformula la frase con el significado que crees que tiene. Por ejemplo: «¿Quieres sacar a pasear al perro?» o «¿Has visto un perro en la calle paseando».
Según el contexto, intenta descifrar de qué te está hablando e inicia una conversación con él.
Solo con este simple truco estás consiguiendo que mejore su capacidad de comunicación y que se sienta valorado, respetado y amado. Lo que va a contribuir a su autoestima y seguridad en sí mismo. Que al final acabará repercutiendo en su felicidad.
¿Y qué queremos todos los padres? Exacto, que nuestros hijos sean felices.
Momentos de calidad
Leer cuentos es otra actividad que puedes hacer con tu hijo. En el rincón de lectura Montessori que hayas creado para él o cuando lo acuestes en la cama (a poder ser, una cama Montessori).
Las historias estimulan el lenguaje y la imaginación de los peques y dan a los padres la oportunidad de pasar ratos de calidad con sus peques.
Cómo saber si el desarrollo de tu peque no va bien
Los padres, sobre todo las madres, tienen un sexto sentido que les indica cuando algo no está bien.
Sin embargo, no está de más tener en cuenta algunos signos de alarma que indican que debes consultar con un profesional para asegurarte que todo está bien o descubrir si hay que tomar medidas porque hay un problema.
Desarrollo a los 18 meses
Consulta con un especialista o pediatra si detectas que tu peque:
- No es capaz de caminar por su cuenta
- No ve u oye bien (son 2 problemas de salud que repercuten muy negativamente en el niño y que a veces tienen fácil solución)
- No dice ninguna palabra (podría ser consecuencia de no oír bien o indicar un problema más serio)
- No señala ni utiliza otros gestos no verbales
- No es capaz de seguir instrucciones sencillas como «Dame el vaso»
- No establece contacto visual ni expresa muestras de cariño
Desarrollo a los 24 meses
Consulta con un especialista o pediatra si detectas que tu peque:
- No es capaz de subir y bajar escaleras o no puede correr
- No es capaz de manipular objetos pequeños o le resulta muy complicado (es incapaz de dibujar)
- No ve u oye bien (son 2 problemas de salud que repercuten muy negativamente en el niño y que a veces tienen fácil solución)
- No es capaz de unir dos palabras como por ejemplo «vaso agua»
- No es capaz de seguir instrucciones sencillas como «Dame el vaso»
- No muestra sentimientos ni busca afecto o consuelo
- No imita gestos ni copia movimientos
- No participa en ningún juego simbólico, por ejemplo, no finge que habla por teléfono
¿Quieres saber más sobre el desarrollo de tu peque?
- El desarrollo del bebé de los 0 a 6 meses
- El desarrollo del bebé de los 6 a 12 meses
- El desarrollo del bebé de los 12 a 18 meses